HOMILÍA DE SANTA KATERI

Mercredi 17 avril 2024                 Mt 12, 46-50

Este texto del Evangelio puede ayudarnos a encontrar un lugar en la familia de Jesús, en su gran comunidad, en su proyecto del Evangelio. Esto puede ser una oportunidad pero sobre todo una invitación a algo más grande.

Ciertamente, Kateri Tekakwitha leyó este texto durante su vida y sintió un llamado a permanecer en esta gran familia. Su audacia, cuando decidió mudarse a Canadá a pesar de la oposición de su familia, su paciencia en medio de su enfermedad, su voto de virginidad y castidad, todas sus elecciones posteriores se parecían a un deseo de "hacer la voluntad del Padre".

¿Cuál debió ser el sueño de Kateri? Seguramente el deseo de compartir el don de su fe. Hoy, debido al don de la fe, ¿qué sentido tiene, por ejemplo, nuestra promesa de castidad? La misma elección hicieron María, José, el mismo Jesús y muchos otros creyentes en la historia de la Iglesia: una consagración al proyecto del Reino de Dios, con todas sus incertidumbres y renuncias. ¿Cómo se expresa hoy nuestro deseo de compartir el don de nuestra fe? ¿Cuáles son nuestras verdaderas decisiones tomadas en este sentido?

Creemos que Dios derriba a los poderosos de sus tronos y eleva a los humildes, siempre que sigamos, por ejemplo, el consejo de San Pablo a los Romanos y presentemos nuestros cuerpos, nuestro ser entero, como un sacrificio vivo. Siempre que podamos discernir constantemente cuál es "la voluntad de Dios", para poner en práctica "lo que es bueno, lo que es capaz de agradar, lo que es perfecto". Sin explicarlo más, Jesús se refiere a las personas que están llamadas a buscar esta voluntad. Según San Mateo, se trata de sus discípulos, hacia quienes "extendió la mano", aquellos a quienes mira. Según San Marcos, se trata de la multitud que estaba alrededor de él. El mensaje se lanza a todos, no solo a los iniciados, a los discípulos, sino también a toda la multitud de aquellos que manifiestan buena voluntad y que tienen las condiciones para descubrir otra voluntad, la del Padre.

Dios creó y amó a los primeros habitantes de esta tierra de Quebec. Con la llegada de los misioneros, muchos de ellos mostraron señales de querer realizar la voluntad de Dios Padre al recibir el bautismo. ¿Seremos lo suficientemente atentos a la necesidad de evangelización hoy en sus ámbitos, en su cultura, en el giro misionero de la Iglesia de Quebec?

Que Santa Kateri nos ilumine con su ejemplo y que el Espíritu Santo nos ayude a descubrir nuevos caminos de evangelización entre los pueblos de Quebec, pues ellos también son la madre y los hermanos de Jesús.