De la mente al corazón: La paternidad y el Sagrado Corazón

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Este mes de junio celebramos el Sagrado Corazón de Jesús. En este mes también celebramos el Día del Padre. Aunque ambas fiestas no están directamente relacionadas, comparten una conexión significativa. Podemos afirmar que el simbolismo del corazón presente en ambos apunta a lo que nos conecta entre nosotros y, por supuesto, con Dios.
 
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que celebramos el 7 de junio pasado, procede de una revelación privada a Santa Margarita María Alacoque, en la que se destaca el amor y el deseo de Jesús de llevar la verdadera libertad a toda la humanidad mediante una relación íntima con Él. Otras devociones como el Corazón Inmaculado de María, la Adoración Eucarística y la Divina Misericordia también están vinculadas a esta tradición.


El Día del Padre, por su parte, se celebra normalmente el tercer domingo de junio en los países occidentales. En EE.UU. y Canadá, históricamente es complementario del Día de la Madre. Sin embargo, distintos países lo celebran en distintas fechas, como abril, mayo, otros domingos de junio, agosto, septiembre y noviembre. Tradicionalmente, la Iglesia católica celebra la paternidad el 19 de marzo, festividad de San José, padre adoptivo de Jesús.


La paternidad puede ser vista como una opción consciente que complementa la maternidad. A lo largo del tiempo, el papel del padre ha evolucionado, pasando de tener un poder predominante a centrarse en el bienestar de los hijos, a medida que el concepto de infancia ha ido cambiando. En sociedades antiguas, donde el mecanismo de reproducción humana no era completamente comprendido, el parentesco se basaba principalmente en la maternidad, lo que llevaba a sociedades matrilineales.


El dicho "Una madre es, un padre se hace" pone de relieve que la maternidad comienza biológicamente en la concepción, pero la paternidad tiene un gran componente mental que empieza por darse cuenta de que los cambios en el cuerpo de la madre provienen de ese nuevo ser que va a llegar. La experiencia del parto puede ser la marca del momento en que un padre reconoce a su hijo o hija y a su pareja como individuos distintos. Como tal, él puede ayudar a hijos o hijas y madre a ir más allá de la fusión emocional formada durante el embarazo, ayudando a los niños a desarrollar relaciones sanas de corazón a corazón, convirtiéndose en personas relacionales e igualmente autónomas.


Hablando de relaciones de corazón a corazón, el vínculo entre el corazón del Padre y el corazón del Hijo es profundo y un modelo central de relación. Jesús dijo: "Yo y el Padre somos uno" (Juan 10:30) y "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Juan 14:9). Estas afirmaciones muestran que Jesús, siendo uno con el Padre, es una persona única cuyo corazón refleja el corazón del Padre. El Sagrado Corazón nos invita a liberarnos de todo lo que nos esclaviza y a conectar con lo que nos aporta verdadera plenitud y libertad. Ser padre puede ser una decisión de reflejar al Padre Celestial, no sólo a través de las funciones conyugales y parentales, sino sobre todo guiando a los demás hacia la libertad, la plenitud y las buenas decisiones.


En tiempos en los que la paternidad se enfrenta a desafíos debido a comportamientos negativos relacionados con la masculinidad tóxica y la noción negativa de patriarcado, abrazar los valores del Sagrado Corazón ofrece una perspectiva renovadora. La paternidad renovada está llamada a no dar por supuesto el papel de padre, sino a ofrecer un amor incondicional y predicar con el ejemplo hacia el bien mayor .
 
¡Feliz Día del Padre y Feliz Mes del Sagrado Corazón!