Reflexiones de adviento

Cuarta semana

Estamos a las puertas de la Navidad, el tiempo de la dulce espera está llegando a su fin, nuestro Salvador está pronto a nacer en nuestros corazones. Precisamente el evangelio de este domingo nos habla del nacimiento de Jesús, un nacimiento en que se conjugan la iniciativa de Dios y la respuesta humana. Dios cumple sus promesas y cuenta con nosotros para que la salvación llegue a todos los confines de la tierra.

En esta lectura nos encontramos con la figura de José, quien nos enseña a confiar en la Palabra del Señor. Un hombre que es capaz de cambiar sus propios planes para estar disponible a los caminos que el Señor le indica. El riesgo es grande, pero José es un hombre de Fe, de escucha, de apertura y disponibilidad a la voluntad de Dios. Cabe preguntarnos, cuán dispuestos estamos nosotros a ser dóciles a la voluntad de Dios en nuestras vidas, cuánto estamos dispuestos a arriesgar para ser testigos del Emmanuel en medio de nuestro pueblo.

El Emmanuel, el Dios-con-nosotros, nos habla de un Dios cercano, un Dios que sale al encuentro de su pueblo. Jesús se encarna en la vida del mundo, en la fragilidad de un recién nacido. Se hace pequeño y vulnerable, dos cualidades que para el mundo más que signos de grandeza son signos de debilidad. Como seres humanos muchas veces le tememos a la fragilidad, a la pequeñez, a la vulnerabilidad. Pidamos al Señor en este tiempo de Adviento que nos dé la gracia de seguir el ejemplo de disponibilidad y entrega de Jesús, María y José, para que la voluntad de Dios sea una realidad en nuestras vidas, en la vida del mundo.

El Niño que nacerá, traerá la Salvación a su pueblo y como nos recuerda el Papa Francisco, la salvación de Dios es gratuita y se funda en el amor. Necesitamos abrir nuestro corazón, revestirlo de sencillez y de humildad para que el Hijo de Dios encuentre posada en cada uno y cada una de nosotros. Sigamos caminando este sendero de luz y alegría, repitiendo incesantemente: Maranatha, Ven Señor Jesús! Ven a nacer en nuestras vidas, ven a nacer en cada corazón.

(Ana María Jara - SMÉ Hong Kong)

Tercera semana

¿Por qué Juan el Bautista desde la prisión envía a sus discípulos a preguntar: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”, como si no conociera a aquel que había presentado? (...) Esta pregunta pronto encuentra su respuesta si se examina en qué momento y en qué orden se desarrollaron los hechos. En las riberas del Jordán, Juan había afirmado que Jesús era el Redentor del mundo (Jn 1,29). Una vez encarcelado, pregunta sin embargo, si es él el que tiene que venir. No es que dudara que Jesús fuera el Redentor del mundo. Si no que quiere saber si aquél que había venido al mundo en persona, descenderá también en persona a la prisión donde residen los muertos. Porque el que como su precursor Juan ha anunciado al mundo, como su precursor lo precederá también en la región de los muertos. Como si dijera claramente: “De la misma manera que te has dignado nacer para los hombres, haznos saber si te dignarás también morir por ellos. De forma que, precursor de tu nacimiento, yo lo sea también de tu muerte. Y anuncie a la región de los muertos que vendrás, tal como he anunciado al mundo que ya has venido”.

Es por eso que la respuesta del Señor, habla del abajamiento de su muerte inmediatamente después de haber enumerado los milagros realizados por su poder: “Los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!” (Mt 11,4-6). A la vista de tantos milagros y tan grandes prodigios, nadie tenía que tropezar, sino más bien que admirar. Sin embargo, aún después de tantos milagros, los que no creyeron en él consideraron una ocasión grave de escándalo, cuando lo vieron morir. De aquí la palabra de san Pablo: “Nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, locura para los paganos” (1Cor 1,23). (…) Así pues, cuando el Señor dice “Feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo”, ¿no se refiere claramente a la abyección y abajamiento de su muerte? Es como si dijera abiertamente: “Es verdad que hago cosas admirables, pero por ello no rechazo el sufrir cosas ignominiosas. Puesto que muriendo voy a seguir a Juan el Bautista, que los hombres, que veneran en mí los milagros, se guarden bien de despreciar en mí a la muerte”.

San Gregorio Magno (c. 540-604)
papa y doctor de la Iglesia
Homilías sobre el Evangelio, 6
https://evangeliodeldia.org/

Segunda semana

Juan el Bautista dijo: "Todo valle se llenará" (Lc 2,5), pero no es Juan quien llenó algún valle; es el Señor, nuestro Salvador (...) "Y todos los pasajes tortuosos se volverán rectos". Cada uno de nosotros andaba perdido (...), y es la venida de Cristo que se cumple hasta en nuestra alma lo que ha enderezado todo lo que fue tortuoso. (...) Nada era más resistente que tú. Observa tus viejos deseos incumplidos, tus arrebatos y otras malas inclinaciones, para ver si han desaparecido: comprenderás que nada era más resistente que tú o, de una manera más expresiva, que nada había llegado tan bajo que tú. Tu conducta fue dura, tus palabras y tus obras fueron duras.
 
            Pero mi Señor Jesús ha venido: ha suavizado tus asperezas, ha cambiado en caminos unidos todo ese caos para hacer en ti un camino sin obstáculos, bien unido y muy limpio, para que Dios el Padre pueda caminar en ti y que Cristo Señor, habite en ti y diga: "Mi Padre y yo vendremos y haremos nuestro hogar en él" (Jn 14,23).


Origen (c. 185-253)
Sacerdote y teólogo
https://dailygospel.org/

Primera semana

Cada época del año tiene su razón de ser, y es en las circunstancias y acontecimientos cambiantes donde se produce una nueva vida y una nueva historia, marcando así un nuevo comienzo, un nuevo "tiempo" que influye en nuestra vida cotidiana.
 
El tiempo de Adviento nos recuerda la venida del Señor, nuestro salvador, que la promesa hecha desde la antigüedad está a punto de cumplirse. Las lecturas del día comienzan con una nota de urgencia y una llamada a toda la gente a estar alerta, “ y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño" Rom 13,11 para que no seamos sorprendidos porque ahora esta mas cerca de nosotros la liberación "el hijo del hombre viene a una hora que no esperamos".
 
Lo inesperado

El primer domingo de Adviento marca el comienzo de un tiempo que todos preparamos para la venida de Jesús en medio de nosotros, el nacimiento de Jesús en Navidad. Las lecturas del día nos invitan a prepararnos alejándonos de nuestras "obras de las tinieblas y poniéndonos la armadura de la luz", como Pablo amonesta a sus oyentes. Estamos invitados a vivir una vida de luz porque cuando nuestra conciencia se llena de la luz de Cristo, entonces no tenemos nada que temer.
Desde la apariencia exterior todo puede parecer bien y lo mismo y la vida sigue como la orden del día, como en "....casarse y dar en matrimonio....o moler en el molino... " expresado en el evangelio del día, pero internamente cada uno de nosotros tiene que responder de manera diferente a las gracias que ha recibido de Dios. Esto dependerá de cómo uno se ha estado preparando durante el tiempo que Dios ha dispuesto para él o ella.
 
En algunas partes del mundo, la decoración que marca las fiestas navideñas ya se ha colocado, y muchos otros también lo harán en el próximo mes de diciembre como preparación para el evento que se avecina: la Navidad. Los preparativos en nuestra vida son una anticipación de algo bueno que vendrá o se logrará en el futuro y a pesar de toda la preparación, mantenemos viva la esperanza de que se cumplirá.  El Señor nos recuerda hoy: "Tienen que estar preparados, porque a la hora que no esperan, vendrá el hijo del hombre".  Dejémonos modelar y guiar por las palabras de las Escrituras siguiendo el ejemplo de Cristo para reconocer Su hora de visitación aun en nuestras actividades diarias mientras esperamos Su gran visitación.
Por eso el Adviento es un tiempo de escucha, "subamos al monte... para que nos enseñe sus caminos y para que podamos caminar por su camino..." nos dice la primera lectura para estar bien preparados para recibir a nuestro salvador en Navidad. Que su preparación esté llena de alegría y de la expectativa de la nueva bendición que vendrá en su vida.
 
Padre Benard Mukeko Mutysia