¿Quién es tu Madre?
El mes de mayo estará lleno de merecidas y dulces palabras de afecto sobre y para las madres. ¿Y si nos salimos de esta regla y aceptamos dejarnos provocar por unas palabras ancestrales que aún resuenan como una composición politonal en algunos oídos de nuestros días y reflexionamos sobre la pregunta «quién es mi madre» (Mt 12, 48)?
Algún lector desinformado puede pensar erróneamente que se trata de Jesús regañando a su madre con esta frase, pero tomémonos un tiempo para considerar algunos elementos antes de saltar a esta conclusión.
La cultura semítica, y más aún la hebraica, tiene un lugar muy singular para las madres. Un lugar honorable. Pensemos en la relación entre Betsabé y su hijo, el rey Salomón: como reina madre tenía un estatus privilegiado en muchas cosas, incluidas las decisiones en la corte real. Tenía un título particular: «Gabirah».
Hasta el día de hoy, se considera que una persona es judía si procede de un vientre judío. Estos son algunos ejemplos de cómo la maternidad es sagrada en el contexto judío.
El papel social y biológico de la madre es reconocido y celebrado en la gran mayoría de las culturas. Algunas la consideran tan sagrada que incluso el entorno religioso está plagado de elementos que aluden a esta figura. La fertilidad de la tierra se asocia a menudo con la maternidad. Es importante señalar que la crianza y la protección son valores fundamentales de esta perspectiva de la madre. Algunas tradiciones culturales tienen deidades que son madres, otras consideran que las madres desempeñan un papel especial en el cosmos. Antes del desarrollo de la biotecnología sobre los estudios del ADN, la única figura cierta de la que se podía afirmar biológicamente que se procedía era la madre. En los estudios psicológicos, las madres son figuras centrales en el desarrollo humano.
Entonces, ¿por qué Jesús expondría a su propia madre a una situación de deshonra pública? Eso no encaja. Pero si consideramos que tal vez, sólo tal vez como el estilo de enseñanza que utilizó, estaba tomando esta situación para invitar a sus discípulos a una perspectiva ampliada, para ir más allá de lo que se daba por sentado, el estatus social-cultural-biológico, ¿y llevar sus pensamientos a una visión que dignificaba a todas las mujeres por sus elecciones más profundas, como por ejemplo seguirlo a él?
Si esta hipótesis es correcta, la maternidad es algo más que todas las tareas biológicamente relacionadas y profundamente exigentes que se asocian principalmente a las madres, desde el embarazo hasta la alimentación y la educación. Nos invita a ofrecer a todas las mujeres que alimentan, cuidan, aman, llevan en brazos, curan, acompañan en los momentos más difíciles, y realizan tantas tareas con corazón materno, todo el respeto y la dignidad que merece cualquier madre, especialmente Su Madre, que lo fue desde la concepción hasta Pentecostés y más allá, y hasta ahora cuida de los discípulos que Él le entregó al pie de la cruz.
¡Que todas las madres sean respetadas y amadas como María!