Asumir un nuevo paradigma

Elsa Lidia Izaguirre

¿Vale la pena morir por proteger el ambiente, el agua, el planeta? Se le consultó al ambientalista hondureño Reynaldo Domínguez y su respuesta fue: “es cuestión de conciencia. La vida por la vida” (El Heraldo, 2023).


Cuando recibí la invitación para escribir un artículo sobre defensores ambientales en Honduras inmediatamente destacó la figura de Berta Cáceres. Una líder indígena lenca, feminista y cofundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). Reconocida local e internacionalmente como una valiente defensora de los derechos humanos, de los pueblos originarios. Portadora de la herencia de sus ancestros, enfrento el modelo extractivista que dilapida los ríos, montañas y bosques. Fue asesinada en marzo del 2016, mientras lideraba una intensa lucha contra un proyecto hidroeléctrico en el occidente del país. 


En Honduras desde el 2012 a la fecha han sido asesinados 159 ambientalistas, aunque la violencia contra los activistas comenzó mucho antes. Más allá de las cifras, es importante ver a las víctimas como personas reales. Jeannette Kawas. Berta Cáceres. Carlos Luna. Adalberto Figueroa. Enriqueta Matute. Margarita Murillo. Francisco Martínez. Lesbia Urquía. Son algunos de ellos. Cada una fue amada por sus familias, por amistades y comunidad. Sin embargo, bajo la mirada del modelo económico extractivista solo fueron un obstáculo. 


La paradoja de un modelo económico que promueve el progreso destruyendo la vida solo se puede enfrentar con la sabiduría de los pueblos originarios que propone restablecer la alianza entre el ser humano y la naturaleza, reconociendo la fraternidad que nos une a las demás creaturas, quienes también tienen derecho de existir y habitar este planeta que es nuestra Casa Común. Este paradigma se hace tangible en la lucha de los defensores y defensoras ambientalistas quienes, con su vida y memoria, nos recuerdan la profunda responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros ante la compleja crisis socio-ambiental. 


Es imperativo hacer algo al respecto y defender nuestra Casa. Hay muchas formas.


A través de la encíclica Laudato Si, la Iglesia nos moviliza hacia la urgente conversión ecológica integral para dar respuesta al clamor de los pobres y de la Tierra, impulsando la economía y educación ecológica, la adopción de estilos de vida sostenibles, la resiliencia y empoderamientos de las comunidades y promoviendo la espiritualidad ecológica1


Por otra parte, es posible dar un paso más, apoyando iniciativas ciudadanas que impulsen cambios en las políticas públicas, exigir justicia y la protección eficaz a los defensores y defensoras ambientales.

“El hogar de todos está siendo saqueado, destruido y dañado con impunidad. Es un grave pecado no defenderlo por cobardía”. Papa Francisco, discurso en Bolivia 2015.


[1] Objetivos del Laudato Si