¡Vayan e inviten a todos al banquete!
"Vayan e inviten a todos al banquete" es una expresión central del mandato misionero que resuena profundamente en la Iglesia Amazónica, especialmente en el contexto de nuestras comunidades y desafíos actuales. La invitación al banquete, como lo expresó Jesús en la parábola (Mt 22, 1-14), no se refiere solo a la participación en un evento, sino a la entrada en una nueva realidad de comunión y vida plena, accesible para todos, sin excepción. El mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones 2024 refuerza esta urgencia: la misión es incansable, universal y llena de alegría, como la invitación del rey a los siervos para llamar a todos, buenos y malos, a la fiesta de bodas.
La misión, como la describe el Papa, debe ser incansable. La Iglesia está llamada a "ir", a moverse hacia todos los pueblos, especialmente aquellos que aún no conocen o han recibido la Buena Nueva. Esta dinámica también se refleja en las directrices de la Arquidiócesis de Manaos, que nos convoca a salir al encuentro de los alejados, marginados o que nunca han sido verdaderamente evangelizados. En nuestras parroquias y comunidades rurales, este "ir" debe traducirse en presencia misionera en las periferias, en el cuidado pastoral y en la formación de discípulos misioneros. El evangelio debe tocar todos los ambientes, incluidos aquellos olvidados o distantes.
El Papa Francisco recuerda que el "banquete" al que invitamos a las personas no es cualquier celebración, sino el banquete escatológico del Reino de Dios. Nos llama a una participación activa y plena en la vida de la Iglesia, especialmente en la Eucaristía, que es una anticipación de ese banquete. En este sentido, el tema del novenario de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, en 2024, de la cual soy servidor, encaja perfectamente en la visión misionera de la Iglesia. Con el tema "Con Nuestra Señora de los Dolores, cuidemos la creación: protegiendo nuestra casa común", y el lema "El Planeta Tierra gime con dolores de parto", se nos provoca a mirar el cuidado de la creación como parte integrante de la misión evangelizadora. El cuidado del medio ambiente, de la vida humana y de la dignidad de las personas es parte esencial de la invitación al banquete de Dios.
En el contexto amazónico, el llamado a la misión adquiere una dimensión aún más profunda. La Amazonía, con su biodiversidad y riqueza cultural, es un símbolo de nuestra casa común, que sufre con la devastación ambiental, incendios y la explotación depredadora de nuestras riquezas naturales. El Papa Francisco, en el Sínodo para la Amazonía y en su encíclica Laudato Si', nos recuerda que la evangelización y el cuidado del medio ambiente están intrínsecamente ligados. La destrucción de la Amazonía no afecta solo a la naturaleza, sino también a los pueblos que dependen de ella para su supervivencia, especialmente las comunidades indígenas, que viven una relación íntima con la tierra y sus recursos.
Nuestra directriz pastoral (Arquidiócesis de Manaos) enfatiza que ser una Iglesia con “rostros amazónicos” no solo significa anunciar el Evangelio, sino también proteger la vida, la dignidad humana y la creación. El IV Encuentro de la Iglesia Católica en la Amazonía, celebrado en el jubileo de 50 años del Encuentro de Santarém, reafirmó este compromiso, destacando que la evangelización debe ser inculturada y liberadora. La misión de avanzar hacia aguas más profundas, como sugiere el evangelio de Lucas (Lc 5, 4), significa abrazar con valentía los desafíos de hoy, sin miedo a involucrarse en las cuestiones sociales y ambientales que afligen a nuestra región.
La misión no es solo un esfuerzo por evangelizar con palabras, sino por actuar en defensa de la vida y de la creación. En la práctica, esto significa que nuestras parroquias y comunidades rurales deben ser espacios de formación, donde todos sean llamados a proteger la dignidad humana y a combatir las amenazas a la vida, como la destrucción ambiental y la explotación injusta de los recursos naturales. Esto incluye promover iniciativas concretas de preservación, combatir los incendios que destruyen el territorio amazónico y formar cristianos conscientes de su papel en la protección de la casa común.
El lema del novenario 2024 de Ntra. Señora de los Dolores, "El Planeta Tierra gime con dolores de parto", nos invita a una reflexión profunda: la crisis ambiental no es solo un problema ecológico, sino una cuestión espiritual. Como cristianos, estamos llamados a escuchar los “gemidos” de la tierra y responder con acciones que protejan la vida. María, Nuestra Señora de los Dolores, que acompañó los dolores de su Hijo en la cruz, es un ejemplo de cuidado y solidaridad. Del mismo modo, estamos invitados a ser una Iglesia viva, animada y activa, que cuide de la creación y de los dolores de nuestro tiempo.
Así, la misión en nuestra arquidiócesis de Manaos (querida Amazonía) debe estar animada por el fervor misionero de una Iglesia en salida, que no se contenta con lo que ya se ha hecho, sino que siempre busca nuevas formas de evangelizar y proteger la vida. La participación de todos es esencial, pues la misión es universal y la invitación al banquete es para todos. Como destacó el Papa Francisco, la misión debe realizarse con proximidad, compasión y ternura, sin imposición ni proselitismo, pero con la alegría de quien sabe que el Señor está cerca y que el Reino de Dios está entre nosotros.
Concluimos, entonces, con la certeza de que la misión de "ir e invitar a todos al banquete" nos impulsa a una renovada conversión misionera, donde el cuidado de la vida humana y de la creación caminan de la mano. Que Nuestra Señora Inmaculada Concepción, Patrona de nuestra Arquidiócesis, nos guíe e inspire para ser verdaderamente una Iglesia sinodal y misionera, comprometida con la evangelización y la defensa de la vida humana y de nuestra casa común. Que podamos, con el corazón ardiente y los pies en el suelo amazónico, continuar la misión de Cristo, invitando a todos a participar en la fiesta de la vida plena en el Reino de Dios.
* Jose Domingos Barão es un sacerdote de la Sociedad de Misiones Extranjeras de Quebec. Nació en Tefé, estado de Amazonas, en el corazón de la Amazonía brasileña. Después de un período de ministerio pastoral en Kenia, ahora es el párroco de la comunidad "Paróquia Nossa Senhora das Dores", en Manaus.